18/9/09
Como arreglar el sistema sanitario

Yo y mi defectuoso cuerpo tuvimos necesidad de acudir el martes al médico de cabecera, así que llame a eso de las 9 de la mañana a pedir cita:
- Recepcionista: Centro de salud 
- Yo: Hola, buenos días, llamaba para pedir...
- R: Apellidos? Nombre?
- Y: ...cita con la doctora antipática. Primero Segundo, Pepe.
- R: mire, la dra. antipática vuelve mañana y mañana su club de fans le ocupa toda su agenda.
- Y: hmm... y hoy? (Señora, quizas llamó porque necesito que me miren YA, ejem)
- R: 16:20 sala 14 con la dra. Botwin. Algo más?
- Y: No, muchas gracias.
- R: Adios... clic.
Es martes y solo son las 9 de la mañana, maja me dan ganas de llevarte un termo de café y un  tubo de vaginesil a ver si se te alegra el día porque madre mía llamarte borde es quedarse corto, maja.

Y a las 16:20 allí estaba como un clavo con mi libro en la mano con el inocente deseo que por una puñetera vez se cumpliera el horario. Entraba y salía gente de la consulta, pero la dra. Botwin no aparece en su puerta a llamar a la gente, casi me dieron ganas de colarme hasta que un señor muy majo nos explico a una señora y a mi al vez nuestra cara de poker que la dra. Botwin llamaba de 5 en 5 (mala rima...).  Mientras tanto llego una madre con 2 crios pequeños. El más pequeño al principio resultaba simpático y todo, pero a medida que iban pasando los minutos me preguntaba donde se había metido Herodes porque ahí tenía un candidato perfecto para él. Su hermana bien, pero el niño casi lo estampo cuando en una de sus gritos y tembleques se llevo mi libro por delante. La madre se la veía sufrir y pidio disculpas, pero creo que no hubiera pasado nada si hubiera utilizado en condiciones su autoridad materna.
Cincuenta minutos más tarde por fin llego mi turno con la dra. Botwin. Le explique lo que pasaba, me miro por aquí y por alla y me dijo que me tenía que tomar una caja de tripis de clase B cada 8 horas combinado con tripis de clase Z cada 12 horas. Mientras esa encantadora mujer que podría pasar por mi sra. madre se dedicaba a rellenar recetas y a meter datos en el ordenador escuchabamos al puñetero crio dar berridos, así que la conversación derivo a la conveniencia de drogar a los crios en ciertas situaciones. Ni corta ni perezosa la dra. Botwin me pregunta si he visto la película El jardín de la alegría, si me acuerdo de la escena final y que el aire acondicionado de la sala de espera debería emitir nubes como las del final de la película... imaginaros la escena!  Así que ya sabe señora ministra, esta es la verdadera solución para las listas de espera y hacerlas mucho más agradables.


Etiquetas: , , ,

0 Comments:

Publicar un comentario